Una buena razón para desayunar es el beneficio cerebral que recibimos. Otra razón es el daño que provocamos en nuestro cuerpo con el ayuno mañanero. Imaginemos el proceso: Suena el despertador y el cerebro empieza a preocuparse. ‘Ya hay que levantarse y estamos escasos de combustible’. Llama a la primera neurona que tiene a mano y manda mensaje a ver qué disponibilidad hay de glucosa en la sangre. Desde la sangre le responden:’Aquí hay azúcar para unos 15 a 20 minutos, nada más’. El cerebro hace un gesto de duda, y le dice a la neurona mensajera: ‘De acuerdo, vayan hablando con el hígado a ver qué tiene en reserva’. En el hígado se consultan la cuenta de ahorros y responden que ‘a lo sumo los fondos alcanzan para unos 20 a 25 minutos’. En total no hay sino cerca de 290 miligramos de glucosa, es decir, alcanza para 45 minutos, tiempo en el cual el cerebro ha estado rogándole a todos los santos a ver si se nos ocurre desayunar. Si estamos apurados o nos resul...